En tiempos de decepciones, rabia y tristeza, hay algo, o mejor dicho alguien, que le está sacando una sonrisa la culerada: Lamine Yamal, el niño que piensa y juega como adulto. Su irreverencia con la pelota significa una luz de esperanza en una plantilla que, a veces, parece ser la de la escuela de padres (con el perdón que merecen… los padres).

Yair Ruíz

Yamal debutó con el primer equipo del Barça durante la temporada pasada, en un partido donde el equipo de Xavi ganaba 4-0 al Betis en el Spotify Camp Nou. Ingresó por Gavi al 83’ y dejó destellos de lo que prometía en juveniles. Tenía 15 años.

En la presente campaña, Xavi decidió darle más protagonismo. Llegó a ser, por momento, el jugador que más destacaba. Sin embargo, entre la suplencia obligada por su precodidad y la presencia de Raphinha, además del paupérrimo nivel táctico y técnico del equipo, sus prestaciones eran muy distantes de lo que mostró. Un niño contagiado por los males de los adultos.

Mucho tuvo que ver con lo que el entrenador le pedía. Dentro del campo, el mensaje que transmitía el ver jugar a Lamine Yamal era de que Xavi esperaba que fuese ‘su Raphinha’ mientras que el brasileño estaba lesionado. ¿Cómo? Un jugador más amarrado a lo táctico y con mucho compromiso defensivo. Ahora, en esta nueva versión del ‘niño maravilla’, se ve a un futbolista con libertad para inventar lo que su talento genere. Así que ese mensaje cambió y Xavi apostó para que Lamine Yamal fuese su jugador diferencial, ese que desequilibre, que se atreviese en el 1vs1, y que decida cuándo y dónde hacer lo que tiene que hacer.

El mejor ejemplo es el segundo gol del Barça en la victoria 1-3 sobre el Avalés en Vitoria. Desequilibrio y toma de decisión. No solo hizo lo que quiso, sino que tomó la opción correcta tras la proyección de Pedri por el otro extremo. Por eso, el público que asistió a Mendizorroza se ponía de pie cada vez que el canterano tenía la pelota. Solo faltó que anotara para que recibiera una ovación, como la que recibió Ronaldinho en el Santiago Bernabéu o como la de Messi en el Benito Villamarín.

Yair Ruíz

Fue una noche mágica. No fue la primera ni tampoco será la última. Si en efecto es, como parece, que ya no está atado, estamos destinados a ver noches donde contínuammente nos levantaremos del asiento de Montjuic, del sofá o de cualquier estadio (menos el del techo retráctil).

Xavi se va a final de temporada. Ojalá sea un adiós con una mejor versión del Barça, mucho más parecida a la que tiene en mente y a la que describe en cada rueda de prensa. Como culé que es, querrá dejar un legado, y entre tantos, podría ser Lamine Yamal uno de ellos.

Alavés vs FC Barcelona (1-3) Jornada 23 de La Liga ES Sports

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